domingo, 7 de noviembre de 2010

El Estado mexicano, hacia un Estado fallido.


Autora: Marisa Polin

Esta mañana de domingo me dispuse a leer el periódico que todos los días llega a casa y al momento de hojearlo, de pronto me di cuenta de lo mucho que me he acostumbrado a leer los mismos titulares desde hace ya varios años:  violencia, violencia y más violencia.

Escribir sobre la inseguridad social en México y la forma tan errática en que el "Estado" implementa su guerra contra el narcotráfico me trajo a la mente una pintura que hace un mes se publicó en la revista Proceso 1771 y que ilustra tristemente las fronteras alcanzadas por la violencia: el arte pictórico. Esta pintura fue elaborada por Marisa Polin, una mexicana que tiene la fortuna de vivir en un país donde la cultura, el arte, la educación, la salud, el gobierno y la paz social se viven de otra manera. Los Países Bajos u Holanda como la conocemos, es el lugar de residencia de esta mujer que indignada como muchos millones de mexicanos, decidió expresar a través de su profesión -pintora artística- el miedo, la tristeza, la desesperanza y la impotencia de una realidad que azota al país en todos los niveles, la violencia y la falta de credibilidad de respuesta de un gobierno que en pleno decline de su mandato, muestra signos claros de haber perdido el rumbo y que empecinado en sus acciones, tiene al Estado mexicano al borde de un Estado fallido.

Conocer un poco más sobre la vida y obra de Marisa Polin me llevó por una parte a sentirme orgulloso de saber que una mexicana, plenamente integrada al modo de vida europeo (lleva 20 años viviendo en el viejo continente), con acceso al mundo de la diplomacia internacional y al mundo cultural y artístico europeo, participe activamente por mantener enterada a la comunidad internacional sobre lo que ocurre en México. Sin embargo, al mismo tiempo no pude evitar sentir tristeza por el hecho de ser testigo mudo a través de una exposición artística, de las formas tan crudas de violencia que azota a la sociedad mexicana. Para consultar su obra visitar http://www.marisapolin.com/

Después de reflexionar sobre lo anterior, decidí dejar de callar y al igual que Marisa Polin, expresar mi indignación por la forma en que las redes sociales se están rompiendo a causa de un gobierno y una clase política que nos está llevando a la orilla del precipicio. Por ello, considero que estos tiempos de violencia deben ser analizados y debatidos públicamente en las comunidades y entornos cercanos como la familia, la escuela, el trabajo, desde cualquier lugar donde cada uno de nosotros trate de aportar respuestas en la búsqueda de una solución conjunta.

Personas como Marisa Polin, dan ejemplo a toda la comunidad para no quedarse en silencio y contrario a ello, desde su propia trinchera, expresar, discutir, analizar y proponer acciones concretas que nos lleven a retomar la ruta de entendimiento y diálogo para abatir este flagelo que estamos atravesando.

Creo en un mundo mejor, creo que las personas en lo individual y en lo conjunto pueden cambiar. Hay heridas graves que dejan cicatrices y marcas visibles, pero así hay que tomarlas, como heridas que sanaron y que aunque hayan dejado una marca visible para siempre, en el fondo, al cicatrizar esa herida pudo sanar. Así me gustaría ver con el pasar de los años la impactante obra pictórica creada por Marisa Polin, como la evidencia de una cicatriz de una gran herida que lastimó la realidad nacional, pero que al final, con todos los cuidados y acciones necesarias pudo ser sanada.

Por ello, la responsabilidad imperiosa que tenemos en México, es aportar en el debate de las ideas y propuestas, ideas que permitan allegarse de elementos que beneficien a la sociedad. Es así que hechos como las violaciones a los derechos humanos cometidas por el Ejército y la Policía Federal deben ser denunciadas, es así como servidores públicos como el Presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Querétaro deben ser removidos de sus cargos para dejar el paso a personas comprometidas con la sociedad; es así que procesos como la renovación de tres Consejeros Electorales en el Instituto Federal Electoral (IFE), no deben estar ajenos al ojo vigilante de la ciudadanía.

El país empieza a entrar a una elipse destructiva. Si no actuamos hoy para decir basta a esta violencia desmedida, muy pronto empezaremos a escuchar de levantamientos y revueltas sociales que evidenciaran la entrada a una época fallida del Estado mexicano. 10,095 ejecuciones en lo que llevamos de 2010 es un número escalofriante y por eso es necesario que como sociedad nos preguntemos ¿Qué tipo de gobiernos deseamos? ¿Qué tipo de clase política merecemos? ¿Es posible la participación democrática más allá de la representativa? ¿Podremos como sociedad erradicar a la política corrupta e ineficiente que se aloja en los tres grandes partidos políticos en México?

Sin duda, estas preguntas no tendrán una respuesta a corto plazo, pero al menos desde aquí espero colaborar en la reflexión para encontrarlas conjuntamente.

Agenda pendiente:
El Congreso federal se encuentra negociando los nombres de las tres personas que se deberán integrar al IFE, entre ellos está Emilio Álvarez Icaza, por quien me inclino para ocupar un asiento en este importante órgano de Estado. Su compromiso social y calidad moral están plenamente acreditadas en su historia, basta para ello conocer un poco el por el trabajo realizado en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal cuando fungió como Ombudsman. Esperemos que las inercias y jugarretas políticas no trunquen su camino.

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