Ser un aficionado al boxeo es una de las particularidades que mi esposa no entiende de mí. Observar como dos personas se lían a golpes en un ring no es precisamente un acto que considere como de seres racionales y civilizados. Si bien acepto que en el fondo tiene razón, hay una parte silvestre de mí que requiere de la adrenalina que provoca este "deporte" y que resulta difícil de explicar para aquellas personas de espíritu noble y racional como a las que ella pertenece.
Ahora bien, la pelea estelar de anoche -Antonio Margarito vs Manny Pacquiao- me hizo vivir diversas emociones a lo largo de los 12 rounds que duró. Por una parte el nacionalismo natural de apoyar moralmente a Margarito me hacía pensar que en esta ocasión el mexicano se llevaría la corona mundial de peso superwelter de Consejo Mundial de Box; por otra parte, el morbo de observar a Manny Pacquiao, uno de los mejores boxeadores a nivel mundial de los últimos tiempos y actual diputado en su país de origen, Filipinas. Los ingredientes no podían estar mejor combinados para ser testigos de una gran pelea, ambos pugilistas se habían preparado al 100%, luciendo una figura atlética extraordinaria durante la ceremonia de pesajes y manifestando su mayor deseo por enseñar al mundo cual de ellos era superior libra por libra.
El escenario no pudo haber sido otra más espectacular que el estadio de los Vaqueros de Dallas con un lleno total y su mega pantalla de plasma única para observar detenidamente los detalles de la batalla entre ambos gladiadores.
La entrada de los boxeadores fue bastante discreta, llamó mi atención por una parte, el rostro adusto y tenso de Antonio Margarito, mientras que por otro lado, Manny Pacquiao parecía hasta infantil con una sonrisa inocente, sabiéndose el centro de atención, pero como si en lugar de dirigirse a pelear 12 asaltos, parecía caminar hacia un parque de diversiones.
La contienda inició e inmediatamente Pacquiao marcó la tónica de lo que sería una noche de pesadilla para Margarito, más de 1600 golpes dirigidos en su mayoría al rostro, ocasionaron un severo amoratamiento hasta cerrarle prácticamente la visión en ambos ojos además de una gran cortada en el pómulo derecho que recordaba la forma en que Rocky terminaba en sus películas, con el rostro deshecho.
La voluntad de Margarito para mantenerse en pie durante toda la pelea sabiendo que ya no tenía fuerza para seguir combatiendo fue sin duda alguna admirable. Reprobable que tanto la gente de su esquina, como médicos, jueces y el propio referee no detuvieran la lucha en el undécimo asalto, cuando prácticamente el peleador mexicano dejó de responder los embates de Pacquiao. El dolor y la tortura que parecían venirse encima del cuerpo de Margarito me hacían reflexionar sobre lo salvaje y fuera de razón en que se convierte en ocasiones este deporte. Lo bueno que mi esposa a esas alturas de la noche dormía y yo era testigo único de la carnicería en que se estaba convirtiendo esta pelea de box.
Pero justamente cuando la sensación de hastío por tanta violencia empezaba a embargarme, apareció entonces la gran figura de Manny Pacquiao para convertirse en el único personaje que en esos momentos hizo gala de razón, consideración y calidad humana. Ante la impotencia de Margarito, Pacquiao tiraba sus golpes uno tras otro hasta el momento en que se percató que ya no recibía respuesta a los mismos, entonces, justo en el instante en que pudo haber avasallado a su rival y noquearlo feamente, decidió dar marcha atrás a su ataque y sus guantes dejaron de conectar con la misma fuerza.
Manny "pacman" Pacquiao, mostró al mundo la capacidad de pensar inteligentemente en momentos complicados como lo es una pelea de box. Demostró la sensibilidad de la naturaleza humana para evitar mayores daños a su rival. Demostró que no era necesario humillar y lastimar para hacerse con la victoria. Demostró carácter y temple al respetar la figura de Margarito y evitar noquearlo cuando ya no era necesario hacerlo.
En mi consideración anoche se escribió una página importante en la historia del boxeo, una lección de misericordia y respeto hacia el rival hizo de Manny Pacquiao una figura legendaria entre los grandes pugilistas convirtiéndose así en el Caballero del Ring.
3 comentarios:
Excelente reflexión, provocó comentarios, Salomón dijo que te deberías de dedicar a escribir.
Yo me anexo y agrego que deberías mandar escritos a periódicos y/o revistas, auque sea en el Times.
César Pérez
Excelente!!! Y en total acuerdo contigo, es cierto k' yo desde el noveno round sufría... Pues Margarito ya no tenía nada mas k' ofrecer ante un paquiao k' se mantenía entero... Es cierto pudo aprovecharse de la situación y sinembargo respeto la valentía de Margarito k' como buen peleador aguantó hasta el último, aún a sabiendas de que podía ser noqueado...me encanta el box.. Es más agradable como dos hombres pelean consientes de que ese es la profesion k' eligieron... Más sin embargo odio la fiesta taurina... Pues no logró entender como es k' un ser "racional" puede provocar de manera tan miserable a un animal k' solo tiene su instinto como defensa... En fin fue una noche excelente... Una pelea... K' solo me llevó a pensar k' Paquiao nació para el boxeo... Y di señores esta haciendo historia... Y de k' forma!!!!!
Muy Buen comentario.
A pesar de que concuerdo con Paty sobre este seuo deporte, me gusto mucho la redaccion y descripcion del evento. No fue necesario presenciar la pelea. Leyendo tu escrito me dio una descripcion completa. bien hecho. lastima de deporte.
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