lunes, 11 de marzo de 2019

Derechos de las mujeres en México y Querétaro ¿Cómo estamos?


Apenas el pasado viernes 8 de marzo de 2019, analizando la importancia de la conmeración del Día Internacional de la Mujer, traje a colación algunos datos relevantes para comentar con mis alumnas y alumnos, relativos a la situación o condición que guarda el ser mujer en México y de manera particular, en Querétaro, y para ello, revisé algunos informes elaborados por organismos internacionalesy nacionales respecto a tan importante momento conmemorativo en la agenda internacional, nacional y estatal entorno a los derechos de las mujeres.

El Foro Económico Mundial, organización internacional para la cooperación público-privada y en dónde año con año, líderes políticos y políticas, empresariales y de diversos espacios sociales acuden a Davos, Suiza, para dar forma a las agendas globales, regionales y de la industria; elaboró para este año 2019,  un rankeo de 80 países en los que ser mujer se coloca de las mejores a las peores condiciones para vivir.

Como ha ocurrido respecto a las economías europeas y en general con países más desarrollados, los países escandinavos han venido ocupando los primeros lugares por cuanto hace a la participación y ejercicios de derechos de las mujeres, encontrando en los primeros 10 lugares a las siguientes naciones:
  1. Suecia
  2. Dinamarca
  3. Canadá
  4. Noruega
  5. Holanda
  6. Finlandia
  7. Suiza
  8. Australia
  9. Nueva Zelanda
  10. Alemania
Respecto a estos diez países, es de llamar la atención que por parte del continente Americano solo aparece Canadá ubicada en un destacable tercer puesto, evidenciando con ello los grandes avances que han tenido las políticas públicas feministas al norte del hemisferio americano, a partir de la administración encabezada por el Liberal Justin Trudeau.

Con curiosidad revisé el lugar que México ocuparía en dicho escalafón y con sorpresa y profunda vergüenza, observé el triste lugar número 60 que ocupamos como uno de los peores países en los que las mujeres pueden vivir y desarrollarse de manera integral. Como se menciona en el sitio de https://es.weforum.org/agenda/2019/02/mexico-entre-los-20-peores-paises-para-ser-mujer/ "México es un lugar cada vez más hostil para ser mujer; con altos índices de violencia, inseguirdad e inequidad de género, el país cayó al puesto 60 de 80 en ranking de los mejores países para ser mujer".

Es importante mencionar que este análisis se realizó a partir de la opinión de 9 mil mujeres tomadoras de decisiones en el entorno empresarial y quienes emitieron su percepción a partir de los siguientes ejes temáticos: Derechos Humanos, Igualdad de Género, Igueldad de Ingresos, Progreso y Seguridad.

Observando lo anterior, pude entender el porqué nuestra Nación se encuentra en puesto tan bajo, después de haber tenido al menos tres administraciones presidenciales que únicamente han ahondado en el desequilibrio, desigualdad, violacionesa a derechos humanos e inseguridad generalizada y de manera particular, hacia las mujeres en su conjunto. 

Comentando estos datos con mis alumnas y alumnos, me pude dar cuenta en sus miradas y
expresiones corporales, la clara preocupación y desánimo por tener que enfrentar todos los días y en sus propios ámbitos de desarrollo, la gran brecha o déficit para el ejercicio de derechos, respecto a sus compañeros hombres. Las discusiones en las aulas resultaron de gran retroalimentación para hombres y mujeres y con cierto ánimo observé que este tipo de temas ocupa también a nuestras juventudes con el deseo de cambiar y derrotar al gérmen del machismo tan profundamente arraigado en nuestra cultura.

Sin embargo, aún con ese ánimo y esperanza de cambio a corto, mediano y largo plazo, la cruda realidad nos regresa en muchas ocasiones al cotidiano donde la lucha, el activismo y voz de las mujeres se ve atropellada, violentada y vejada ante la anuencia de las autoridades públicas y de la sociedad. Para ello basta revisar el siguiente y lamentable ejemplo ocurrido el mismo viernes 8 de marzo en el centro de la ciudad de Querétaro: 

Durante la noche de tan emblemática fecha, al encontrarse reunidas mujeres estudiantes, activistas y feministastas en un bar en el centro de la ciudadad, después de haber marchado en calles conmemorando el Día Internacional de la Mujer, decidieron pasar un momento de esparcimiento y alegría comentando los pormenores de la jornada y contentas de encontrarse ante una meta en común: la participación en el espacio público, la dignidad, la lucha y el deseo de expresarse libremente como mujeres feministas.

Pero el machismo es algo que tiene una fuerte presencia entre los hombres y la deforme cultura social en México y por ello, de pronto, en una acción de mofa e indiganción, un grupo de hombres jóvenes empezó a cuestionar al grupo de mujeres y de manera cobarde y baja, lanzar insultos, realizar movimientos obscenos y llegar al límite de la agresión física. (Nota Códice Informativo 9 de marzo de 2019).

Como pudieron, las mujeres se defendieron e incluso solicitaron el apoyo de algunas patrullas que pasaron por el lugar, sin embargo, éstas nos les auxiliaron y como suele ocurrir, no sirvió de mucho y las mujeres agredidas se quedaron estupefactas ante lo ocurrido y el resto de la sociedad, impávida ante el silencio e inoperancia de las autoridades estatales y municipales queretanas, las cuáles, aposteriori, lo mejor que pudieron hacer fue suspender las actividades del bar en donde ocurrieron lo hechos, con motivo del exceso de aforo aplicando únicamente el reglamento de protección civil.

El grupo de mujeres feministas inició una denuncia en redes sociales respecto a los cobardes tres hombres agresores, sin embargo hasta el momento ninguna autoridad se ha pronunciado sobre lo ocurrido.

Como podemos inferir y sin necesidad de mayor análisis o profundidad en la reflexión, la capital queretana continúa siendo un bastión del conservadurismo y del machismo recalcitrante avalado por las autoridades estatales y municipales, las cuales, sin más argumentos y propuestas de políticas públicas incluyentes, se encargan de violentar los preceptos constitucionales de igualdad y no discriminación hacia las mujeres. Basta recordar tres ejemplos conocidos en la esfera pública: el caso de Dafne Mcpherson, quien sufrió una sentencia de 16 años de prisión por un aborto fortuito que tuvo en San Juan del Río y que, por fortuna, gracias a la intervención de defensores de derechos humanos logró su libertad recientemente, luego de haberse comprobado la manera machista y misógena utilizada por las autoridades ministeriales y judiciales; el caso de las mujeres indígenas agredidas el 24 de diciembre de 2018 en pleno centro histórico por parte de inspectores municipales, quienes provocaron una gresca al intentar impedir el ejercicio de la venta de muñeas artesanales en la vía pública; y finalmente, el "exilio" forzado de Aleida Quintana, defensora de derechos humanos y cuyo pecado fue reclamar justicia por la desaparición de su hermana y conformar un red de activismo frente al grave problema de desapariciones en el Estado, situación que incomodó mucho a las autoridadades y de las cuales, se percibe el fétido olor de la represión política.

Como podemos observar, el camino que nos falta aún por transitar para llegar a niveles de verdadera democracia, participación social, igualdad y no discriminación, seguridad y en general, del ejercicio de los derechos humanos de las mujeres, es bastante largo, sinuoso y complejo de recorrer. Mientras varones y mujeres sigamos aferrados a los viejos cánones de la cultura machista, miles y miles de mujeres seguirán siendo violentadas y ello impedirá el adecuado desarrollo del país en los ámbitos sociales, económicos, culturales, educativos, de salud y laborales, entre otros.

Mi esperanza es que dentro de algunos años (no tantos como para no alcanzarlos a ver), la demografía de México realice un giro en el ejercicio del poder público y privado, para que sean las mujeres las que tomen la batuta del país, con un perspectiva de femenismo, equidad e igualdad frente a los hombres. La mirada de mis alumnas lo evidenció, están dispuestas a tomar las riendas de su futuro con sus propias manos.

Por todo lo anterior, con fuerza y esperanza les puedo decir: