domingo, 12 de abril de 2020

COVID-19 y Discriminación



Hola que tal, te saludo desde mi hogar en donde, al igual que tú y millones de personas en el planeta, nos encontramos confinadas con la esperanza de vencer una nueva pandemia que azota a la humanidad ahora en el siglo XXI.

El mundialmente conocido COVID-19, ha logrado en 4 meses, colocar en jaque a todas las sociedades y economías de este mundo globalizado, en donde en plena modernidad y adelanto de las tecnologías, la naturaleza se encargó de hacernos recordar de manera abrupta, lo verdaderamente frágiles que somos como raza humana.

Para quienes nos dedicamos a estudiar a la sociedad y sus comportamientos en diferentes momentos, los acontecimientos ocurridos durante los últimos meses, han logrado evidenciar el fenómeno de la discriminación como un problema con profundas raíces en todas las sociedades del planeta.

Cuando inició el brote del nuevo coronavirus en China, inmediatamente el resto de la sociedad comenzamos a juzgar algunos aspectos de la cultura alimenticia china, sin embargo, de forma prejuiciosa rápidamente encontramos una justificante para señalarles como culpables de crear el nuevo virus.

Conforme el contagio empezó a esparcirse en Europa, el fenómeno discriminatorio también hizo fuerte presencia en países como Italia, España, Inglaterra, Francia, donde gobiernos progresistas dictaron medidas extremas como el cierre de fronteras, cancelaciones de vuelos y turismo con otros países. Ante dichas medidas restrictivas, se detectaron múltiples expresiones racistas y xenófobas contra personas con rasgos asiáticos, señalándoles como responsables de traer el contagio hacia el resto del mundo.

Recuerdo cuando al iniciar el brote del virus en nuestro continente, hubo un crucero proveniente del Caribe que de manera aparente, tenía pasajeros contagiados por el COVID-19. La respuesta de buena parte de la sociedad fue señalar y condenar la decisión humanitaria del gobierno de México por permitir su desembarco, demostrando con ello, la discriminación y falta de empatía con los derechos humanos.

Resulta preocupante que el personal de salud dedicado a las labores de atención a las personas afectadas por el COVID-19 en nuestro país, hayan sido atacadas, señaladas, ofendidas y discriminadas al momento de trasladarse a su centro de trabajo o regresar a sus casas. Llama la atención hechos sucedidos en Nuevo León, Ciudad de México, Querétaro, Yucatán, Tamaulipas donde se han presentado casos que van desde lanzar ofensas, no aceptar su presencia en el transporte público o más grave aún, mediante agresiones directas como por ejemplo, lanzar cloro de manera directa al cuerpo de un joven enfermero mientras caminaba por la calle.

Ante acontecimientos tan graves como estos, la Secretaría de Salud y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), salieron en conferencia de prensa para denunciar y hacer un llamado a la población a eliminar este tipo de expresiones basados en la ignorancia y el miedo irracional.

La discriminación es otro de los virus a los que nos vamos a enfrentar en medio de la pandemia del COVID-19, provocada por el miedo y la desinformación como principales detonantes. Por ello, resulta relevante hacer un llamado a las autoridades y a la sociedad en su conjunto, para considerar a este grave flagelo como un problema que debe ser tratado al mismo nivel de seguridad nacional, en cuya estrategia, de no abordarse de manera seria y profunda, podría provocar profundas divisiones ante el problema de salud pública y económico que se avecina de manera grave para México y para el planeta en su conjunto.

Ya lo dijo el Subsecretario Hugo López Gatell, las próximas semanas y meses serán los más complicados para México y porque no decirlo, para el mundo occidental, por ello, ante la gran incertidumbre que se aproxima, desde Cultura DH, consideramos relevante hacer un llamado para reflexionar en la manera que nos vemos en nuestros propios hogares y en el escaso espacio público que nos queda ahora. Debemos cerrar con todos los instrumentos que tengamos a nuestro alcance, las expresiones y muestras de discriminación ante lo que consideremos infundadamente peligroso o diferente, porque de lo contrario, el día que regresemos a las calles, encontraremos un mundo mucho más fracturado y ante el cual no se podrá volver a encontrar un espacio de paz social.

Con esta reflexión cierro mi participación de hoy: 

Por favor, QUEDATE EN CASA Y NO DISCRIMINES.

lunes, 11 de marzo de 2019

Derechos de las mujeres en México y Querétaro ¿Cómo estamos?


Apenas el pasado viernes 8 de marzo de 2019, analizando la importancia de la conmeración del Día Internacional de la Mujer, traje a colación algunos datos relevantes para comentar con mis alumnas y alumnos, relativos a la situación o condición que guarda el ser mujer en México y de manera particular, en Querétaro, y para ello, revisé algunos informes elaborados por organismos internacionalesy nacionales respecto a tan importante momento conmemorativo en la agenda internacional, nacional y estatal entorno a los derechos de las mujeres.

El Foro Económico Mundial, organización internacional para la cooperación público-privada y en dónde año con año, líderes políticos y políticas, empresariales y de diversos espacios sociales acuden a Davos, Suiza, para dar forma a las agendas globales, regionales y de la industria; elaboró para este año 2019,  un rankeo de 80 países en los que ser mujer se coloca de las mejores a las peores condiciones para vivir.

Como ha ocurrido respecto a las economías europeas y en general con países más desarrollados, los países escandinavos han venido ocupando los primeros lugares por cuanto hace a la participación y ejercicios de derechos de las mujeres, encontrando en los primeros 10 lugares a las siguientes naciones:
  1. Suecia
  2. Dinamarca
  3. Canadá
  4. Noruega
  5. Holanda
  6. Finlandia
  7. Suiza
  8. Australia
  9. Nueva Zelanda
  10. Alemania
Respecto a estos diez países, es de llamar la atención que por parte del continente Americano solo aparece Canadá ubicada en un destacable tercer puesto, evidenciando con ello los grandes avances que han tenido las políticas públicas feministas al norte del hemisferio americano, a partir de la administración encabezada por el Liberal Justin Trudeau.

Con curiosidad revisé el lugar que México ocuparía en dicho escalafón y con sorpresa y profunda vergüenza, observé el triste lugar número 60 que ocupamos como uno de los peores países en los que las mujeres pueden vivir y desarrollarse de manera integral. Como se menciona en el sitio de https://es.weforum.org/agenda/2019/02/mexico-entre-los-20-peores-paises-para-ser-mujer/ "México es un lugar cada vez más hostil para ser mujer; con altos índices de violencia, inseguirdad e inequidad de género, el país cayó al puesto 60 de 80 en ranking de los mejores países para ser mujer".

Es importante mencionar que este análisis se realizó a partir de la opinión de 9 mil mujeres tomadoras de decisiones en el entorno empresarial y quienes emitieron su percepción a partir de los siguientes ejes temáticos: Derechos Humanos, Igualdad de Género, Igueldad de Ingresos, Progreso y Seguridad.

Observando lo anterior, pude entender el porqué nuestra Nación se encuentra en puesto tan bajo, después de haber tenido al menos tres administraciones presidenciales que únicamente han ahondado en el desequilibrio, desigualdad, violacionesa a derechos humanos e inseguridad generalizada y de manera particular, hacia las mujeres en su conjunto. 

Comentando estos datos con mis alumnas y alumnos, me pude dar cuenta en sus miradas y
expresiones corporales, la clara preocupación y desánimo por tener que enfrentar todos los días y en sus propios ámbitos de desarrollo, la gran brecha o déficit para el ejercicio de derechos, respecto a sus compañeros hombres. Las discusiones en las aulas resultaron de gran retroalimentación para hombres y mujeres y con cierto ánimo observé que este tipo de temas ocupa también a nuestras juventudes con el deseo de cambiar y derrotar al gérmen del machismo tan profundamente arraigado en nuestra cultura.

Sin embargo, aún con ese ánimo y esperanza de cambio a corto, mediano y largo plazo, la cruda realidad nos regresa en muchas ocasiones al cotidiano donde la lucha, el activismo y voz de las mujeres se ve atropellada, violentada y vejada ante la anuencia de las autoridades públicas y de la sociedad. Para ello basta revisar el siguiente y lamentable ejemplo ocurrido el mismo viernes 8 de marzo en el centro de la ciudad de Querétaro: 

Durante la noche de tan emblemática fecha, al encontrarse reunidas mujeres estudiantes, activistas y feministastas en un bar en el centro de la ciudadad, después de haber marchado en calles conmemorando el Día Internacional de la Mujer, decidieron pasar un momento de esparcimiento y alegría comentando los pormenores de la jornada y contentas de encontrarse ante una meta en común: la participación en el espacio público, la dignidad, la lucha y el deseo de expresarse libremente como mujeres feministas.

Pero el machismo es algo que tiene una fuerte presencia entre los hombres y la deforme cultura social en México y por ello, de pronto, en una acción de mofa e indiganción, un grupo de hombres jóvenes empezó a cuestionar al grupo de mujeres y de manera cobarde y baja, lanzar insultos, realizar movimientos obscenos y llegar al límite de la agresión física. (Nota Códice Informativo 9 de marzo de 2019).

Como pudieron, las mujeres se defendieron e incluso solicitaron el apoyo de algunas patrullas que pasaron por el lugar, sin embargo, éstas nos les auxiliaron y como suele ocurrir, no sirvió de mucho y las mujeres agredidas se quedaron estupefactas ante lo ocurrido y el resto de la sociedad, impávida ante el silencio e inoperancia de las autoridades estatales y municipales queretanas, las cuáles, aposteriori, lo mejor que pudieron hacer fue suspender las actividades del bar en donde ocurrieron lo hechos, con motivo del exceso de aforo aplicando únicamente el reglamento de protección civil.

El grupo de mujeres feministas inició una denuncia en redes sociales respecto a los cobardes tres hombres agresores, sin embargo hasta el momento ninguna autoridad se ha pronunciado sobre lo ocurrido.

Como podemos inferir y sin necesidad de mayor análisis o profundidad en la reflexión, la capital queretana continúa siendo un bastión del conservadurismo y del machismo recalcitrante avalado por las autoridades estatales y municipales, las cuales, sin más argumentos y propuestas de políticas públicas incluyentes, se encargan de violentar los preceptos constitucionales de igualdad y no discriminación hacia las mujeres. Basta recordar tres ejemplos conocidos en la esfera pública: el caso de Dafne Mcpherson, quien sufrió una sentencia de 16 años de prisión por un aborto fortuito que tuvo en San Juan del Río y que, por fortuna, gracias a la intervención de defensores de derechos humanos logró su libertad recientemente, luego de haberse comprobado la manera machista y misógena utilizada por las autoridades ministeriales y judiciales; el caso de las mujeres indígenas agredidas el 24 de diciembre de 2018 en pleno centro histórico por parte de inspectores municipales, quienes provocaron una gresca al intentar impedir el ejercicio de la venta de muñeas artesanales en la vía pública; y finalmente, el "exilio" forzado de Aleida Quintana, defensora de derechos humanos y cuyo pecado fue reclamar justicia por la desaparición de su hermana y conformar un red de activismo frente al grave problema de desapariciones en el Estado, situación que incomodó mucho a las autoridadades y de las cuales, se percibe el fétido olor de la represión política.

Como podemos observar, el camino que nos falta aún por transitar para llegar a niveles de verdadera democracia, participación social, igualdad y no discriminación, seguridad y en general, del ejercicio de los derechos humanos de las mujeres, es bastante largo, sinuoso y complejo de recorrer. Mientras varones y mujeres sigamos aferrados a los viejos cánones de la cultura machista, miles y miles de mujeres seguirán siendo violentadas y ello impedirá el adecuado desarrollo del país en los ámbitos sociales, económicos, culturales, educativos, de salud y laborales, entre otros.

Mi esperanza es que dentro de algunos años (no tantos como para no alcanzarlos a ver), la demografía de México realice un giro en el ejercicio del poder público y privado, para que sean las mujeres las que tomen la batuta del país, con un perspectiva de femenismo, equidad e igualdad frente a los hombres. La mirada de mis alumnas lo evidenció, están dispuestas a tomar las riendas de su futuro con sus propias manos.

Por todo lo anterior, con fuerza y esperanza les puedo decir: